Ouvrez vos yeux, le monde est là.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Pasa y te arrastra

   La vida pasa, y te arrastra. En ese movimiento, te cruzas con otras personas, con las que, al cabo de un tiempo junto a ellas moviéndoos por el mismo camino azaroso de la vida, piensas que siempre te van a importar, que nunca se alejarán de ti, ni tú de ellas. Sin embargo, por una cosa o por otra, por una ola más o menos grande, terminas revolcado en la orilla solo, o con unos pocos que seguirán contigo. El amor es la corriente de la vida que más te apega a una persona pero no está a salvo de la furia del mar de la vida, pudiendo separarte o unirte una y otra vez o ninguna vez más. Cuando algo se acaba piensas que no vas a poder conocer a nadie más, que tú quieres a esa persona y con ella es con quien quieres estar. La vida se te antoja difícil, pero es entonces, en el momento de más desesperación, cuando llega alguien sin darte cuenta. Ese alguien va adentrándose en ti poco a poco, muy poco a poco, y es un día cuando te das cuenta de lo que ha conseguido. No es que haya entrado para quedarse, sino que ha llegado a tal profundidad que ha desplazado a esa persona. Ya no piensas tanto en ella, te da igual; cuando lo haces, sientes un sentimiento raro, pero a la vez, te ilusionas, porque aunque sepas que no hay nada con esa persona nueva, te das cuenta de que has conseguido olvidarte de lo pasado, de que todo pasa y todo llega.
   No está mal pensar, recordar y llorar. Es más, te hace ver que eres humano, que eres capas de amar y sentir nostalgia, decepción y arrepentimiento, y ello te hace superarte. No es un paso atrás, sino un paso más con el que llegas a asumir que rendirse no es una opción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario