Ouvrez vos yeux, le monde est là.

sábado, 7 de julio de 2012

Diálogo 4.


A- ¿Dónde irá a parar esto?
B- Hacia el infinito.
A- Temo que no me guste.
B- Lo hará.
A- Pero, ¿y si al final me duele?
B- ¿Y si al final te gusta y te amoldas?
A- Temo que luego desaparezca y me deje en la más profunda de las soledades.
B- Lucha entonces porque no acabe.
A- En toda guerra se pierde.
B- Por perder un combate no se pierde una guerra.
A- Pero duele, duele hasta morir.
B- La muerte acaba.
A- Como todo, ya lo sabes.
B- Sin embargo... ¿sabes que esto podría durar para siempre?

Arrugas.

   Dejaba mecer sus cabellos con la suave brisa que a esa hora de la mañana corría por las calles de la infernal ciudad mientras, ausente, vigilaba a los pocos peatones que deambulaban. La vida parecía hermosa con los pajarillos cantando entre el ruido de la ciudad, como si la naturaleza que el humano había creado no les importara y fuera otra dimensión distinta e indeseable. La vida parecía fácil. En un balcón, asomada, por encima de los demás, con todos sus retos conseguidos, pensaba en nuevos objetivos que creía poder conseguir cual mariposa se posa sobre una flor para extraer su néctar. Tenía tantas cosas que contar y que regalar, que pensaba que le faltaría vida para todo ello. Era la única zozobra real que sentía moverse en su interior muy de vez en cuando, el único miedo que de noche le inundaba y que le hacía tener pesadillas. La vida pasaba, lo veía en sus álbumes, lo veía en su mirada ya gastada, en su sonrisa perdida y en unas cuantas arrugas que a la vez, le animaban. La vida pasaba, sí, pero le había dejado miles de momentos felices que le habían hecho marcar esas arrugas.